El primero de enero fueron renovados los ayuntamientos municipales en todo el estado, el cambio no estuvo exento de problemas; pero en Juchitán donde se presagiaba tormenta, la transmisión de poderes se dio en paz.
Desde hace ya mucho tiempo, más de tres décadas, la población de Juchitán ha visto su suerte: empresas que abandonan el municipio por los chantajes de los grupos que antes formaban parte de la COCEI; narcotráfico y la lógica violencia, secuestros y miedo; la propiedad privada está constantemente amenazada, como lo prueban las continuas invasiones a terrenos de particulares, mismos que después tienen que negociar la recompra de sus propiedades con los delincuentes; un acelerado y desordenado crecimiento urbano; servicios públicos que no funcionan con un mínimo de calidad; desempleo galopante; un deterioro ambiental espantoso; alta morbilidad y una alarmante polarización del ingreso y la educación: por un lado una minoría muy rica con altos niveles de instrucción y por otra una mayoría depauperizada y casi analfabeta.
Los últimos gobiernos priístas no tuvieron la capacidad de remediar estos males y los coceístas sufrieron una descomposición que los hizo peores que los anteriores. Por eso la actual administración del Dr. Daniel Gurrión de sello priísta tiene un reto formidable. Cometerá un error si piensa que el gobierno se puede integrar como antaño, con mafias de un solo color o bajo la presión de los poderosos grupos de interés. En estos tiempos los gobiernos deben integrarse a partir de definir objetivos, metas y estrategias claras y precisas; y con fundamento en lo anterior, pensar en los hombres y mujeres más aptos para llevar a cabo las tareas, lo que no excluye la estrategia de concertar alianzas con la sociedad civil e instituciones especializadas que pueden prestar ayuda al municipio.
Desde luego que la disponibilidad de recursos presupuestales acotará las metas a lograr, pero marcado el rumbo, la tarea es darle continuidad al buen ejemplo, nadie espera que los problemas se resuelvan de un día para otro. Y en todo esto juegan un papel importante el apego a la ley, la transparencia en el manejo de los asuntos públicos, la honestidad y humildad de los servidores públicos, su entrega al servicio y la eficacia de su desempeño.
Hace unos días nos reunimos en Juchitán un grupo de nativos del lugar, además de la consabida plática recordando los viejos tiempos, se tocó el tema del nuevo gobierno municipal. Todos nos mostramos esperanzados sin que nuestras distintas filiaciones ideológicas nos impidieran coincidir en que Juchitán necesita acciones y unidad, ¿Pero qué acciones?
Uno de mis ex compañeros de secundaria dijo algo importante: Es urgente empezar por lo primero, comenzar con las cosas pequeñas pero indispensables para la convivencia. Vimos con buenos ojos que a los diez minutos después de hacer la protesta de ley, Daniel Gurrión se dirigiera con su gente al crucero de la carretera Panamericana donde, desde hacía dos o tres semanas, no funcionaban los semáforos y en cinco minutos volvieron a funcionar.¡ Eso es lo que hay que hacer! Coincidimos todos. Igual con los servicio municipales, comenzando por la policía y los vendedores ambulantes; después vendrán los grandes proyectos.
Otro comentó que una prioridad impostergable es formular un plan maestro de desarrollo urbano, y desde luego el Plan de Desarrollo Municipal; pero el primero hace mucho que ni siquiera se menciona. Otros coincidieron en señalar la urgencia de hacer respetar la ley y el derecho a la propiedad; no se puede impulsar el desarrollo si la ley se negocia o si no se respeta el fruto del trabajo propio y ajeno.
En mi opinión, apunté, no debe postergarse la solución al problema del rezago educativo. La brecha entre quienes tienen una alta escolaridad y los que no la tienen, es cada vez más preocupante en Juchitán.
Las ideas comentadas en esa reunión informal de amigos sentados relajadamente debajo de un frondoso árbol, frente al palacio municipal, aunque interesantes no dejan de ser buenos propósitos, que en nada modifican la realidad que hoy vive el pueblo juchiteco. Pero otra cosa son las acciones que ese pequeño grupo promueve para coadyuvar al desarrollo y al buen gobierno.
Sin pretender grandes cambios, los grupos: Bini neza guiá’ (Gente de arriba), la Fundación histórico cultural Juchitán y el Grupo Cultural Gugu Huinni ( Tortolita), unen esfuerzos para impulsar el desarrollo cultural de Juchitán. El plan de trabajo para este 2011, pronto dejará sentir sus efectos. Sería muy importante contar con el apoyo de las nuevas autoridades a las cuales, ni se les pide dinero, ni recursos materiales ni humanos, sólo se les solicita establecer las condiciones legales y en algunos casos el apoyo a la gestoría que estos grupos requieren para realizar sus obras.
Espero que la unidad de los actores políticos prevalezca por encima de sus intereses particulares y que se piense más en hacer desde la sociedad civil, que en chantajear al gobierno o a las empresas productivas. Juchitán bien vale eso y más.
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