lunes, 13 de junio de 2011

LOS CAMBIOS DE ELBA ESTHER

El escándalo que desataron las detenciones de los ex funcionarios públicos: Pablo Salazar Mendiguchía y Jorge Hank Rhon, opacaron la noticia del cambio en la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que controla Elba Esther Gordillo. Esto último es importante destacarlo, porque los movimientos políticos de la dirigente vitalicia del SNTE, permiten comprender mejor la forma en cómo se construye el escenario para las elecciones federales del 2012 y los efectos que eventualmente podría tener para el estado de Oaxaca.

El pasado 8 de junio, en el marco de la XXXI sesión extraordinaria del Consejo Nacional del SNTE, Elba Esther Gordillo, después de haber negociado con las diferentes fracciones del SNTE, decidió dar un golpe de timón al nombrar como secretario general del sindicato a Juan Díaz de la Torre, en sustitución de Rafael Ochoa Guzmán.

El perfil de Díaz de la Torre, lo muestra como un hombre leal a la líder del SNTE, discreto, operador electoral experimentado, y desde luego, buen conocedor de los laberintos del SNTE. Por su parte, Rafael Ochoa, con toda su experiencia, ocupará ahora la presidencia del Consejo Nacional de Participación Política del sindicato, donde promoverá y apoyará la actividad electoral de las secciones del SNTE, en todo el territorio nacional. Un movimiento de piezas bien pensado, que consolida la dirección de la astuta dirigente magisterial.

Ha sido una constante en el actuar político de la señora Gordillo, el no encadenarse, ni a un sentimiento y menos a un compromiso; por el contrario pareciera ser que su estrategia reside en la diversidad de sus alianzas políticas: pues mientras en un estado apoya a un partido, en otro apoya a sus opositores. Es posible que, en el contexto electoral del 2012, decida ofrecer una buena cuota al candidato presidencial “X”, mientras apoya en algunos estados las candidaturas al congreso federal de sus opositores los “Y”. De esta manera la estrategia Gana-Gana, podría quedar asegurada, siempre y cuando, pueda garantizar mantener el control férreo del SNTE.

Ese control férreo, queda en parte asegurado por la política de quienes dicen estar en contra de él; es decir, de los que enarbolan el viejo discurso de la lucha en contra del charrismo sindical. En efecto, me refiero a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) y en particular a la Sección XXII del SNTE, que opera en Oaxaca.

Cuando el movimiento magisterial surgió en Oaxaca en el año de 1980, detrás de las demandas salariales y de justicia laboral, estaba la urgencia de democratizar al SNTE, como la condición necesaria para que: las injusticias cesaran, la dirigencia representara los intereses de los trabajadores, fueran las bases sindicales quienes eligieran con su voto a sus representantes y se hiciera realidad el lema: “Por la Educación al Servicio del Pueblo”.

Al reconocer el CEN del SNTE, la legitimidad del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca(MDTEO), reconoció también a su dirigencia y de hecho, aceptó los nuevos procedimientos para elegirla. Aunque el SNTE no retomó las demandas profesionales, laborales, económicas y sociales del MDTEO, sí ofreció a los maestros oaxaqueños la oportunidad de ocupar espacios en el comité ejecutivo nacional del organismo sindical. Lo primero no fue posible, porque el SNTE asumió la condición legal de ser , junto con la SEP, el titular de la relación laboral y por tanto la única instancia que expresa las demandas de los trabajadores de ese sindicato; pero la posibilidad de que los oaxaqueños participaran en la dirigencia nacional, fue planteada.

Entonces, la CNTE era una instancia vista con desconfianza por los mentores oaxaqueños. La aproximación de la Sección XXII a ese organismo fue gradual y cautelosa, porque la CNTE representa otro tipo de proyecto: no el de democratizar al SNTE, sino el de construir un sindicato alternativo. Aunque en aquel año de 1989, la CNTE expresaba una pluralidad de posiciones de izquierda, poco a poco fue ganando terreno la tesis maoísta de “construir el poder popular palmo a palmo” y con ella, la idea de un sindicato alternativo.

Los partidarios de la “dualidad de poderes” como característica de una etapa pre-revolucionaria, se encargaron de abonar el terreno para que el MDTEO abandonara su política de democratizar al SNTE y se encerrara en la consigna de la “democracia en una sola sección” e iniciara la larga marcha hacia un sindicato alternativo. Las negociaciones iniciadas con el CEN del SNTE, de Elba Esther Gordillo, quedaron entonces anuladas, dando amplio margen a la ahora líder vitalicia del SNTE, para consolidar su control.

Romper de hecho con el SNTE y amancebarse con el gobierno del estado a través de las minutas de 1992, cambió el rumbo del MDTEO, e inició su dependencia del Estado y su descomposición interna. La CNTE se convirtió entonces en el escaparate nacional en el que las nuevas burocracias sindicales de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, entre otras, encubrían el abandono de la política de democratización del SNTE, por la farsa de una lucha, cuyo referente ahora era el “pueblo”. La CNTE fracasó en su proyecto de construir un sindicato alternativo y su cadáver lo usan la Sección XVIII y la XXII, para ocultar, además, su acelerada descomposición política.

Los representantes de la Sección XXII, a diferencia de Elba Esther Gordillo, obtienen su legitimidad de un proceso profundamente democrático; no obstante, una vez electa, la nueva dirigencia se inserta en una estructura política que la vicia de inmediato. Así, la gallina democrática del magisterio oaxaqueño, cacarea huevos putrefactos.

Fue este proceso de descomposición el que originó el cisma que representa hoy la Sección LIX. Ambas corrientes, al interior de la Sección XXII, tenían un origen común, estaban unidas por una alianza que impulsó a la figura de Enrique Rueda Pacheco, de pronto sus intereses chocaron y se dio el enfrentamiento, en el que el gobierno de Ulises Ruiz tomó partido por quienes después, se le irían encima y exigirían su salida. La Sección LIX no es una ruptura hacia la izquierda, sino la consecuencia natural del crecimiento de una burocracia sindical parasitaria, absolutamente intolerante, dogmática y corrupta. No hay duda, ambas secciones tienen que refundarse.

En eso quizás pensó Elba Esther Gordillo, al abrirle un expediente al MDTEO y a su sección, por violaciones a los derechos de los trabajadores y autorizar, en el 2006 al más alto nivel del gobierno sindical, la operación en Oaxaca, de lo que fue la Comisión Ejecutiva encabezada por Erika Rap Soto, ahora Sección LIX.

La articulación parasitaria de la Sección XXII con el aparato del Estado, vía IEEPO, su Fiscalía Especial para Asuntos Magisteriales, sus autoridades municipales, diputados, etc., no admitió otra forma de vinculación: el compromiso con el gobierno de Gabino Cue. La razón de esta exclusión, motivo de la accidentada jornada de mayo-junio de este año, debe buscarse en la naturaleza “anti-monopólica” de la articulación Sección XXII-Gobierno del estado, cualidad que no deviene de la democracia que caracteriza al MDTEO; sino de la diversificación al interior de la Burocracia Sindical Parasitaria. Como quiera que sea, a estas alturas, el gobierno aliancista debió darse cuenta ya, de que el caldo le salió más caro que las albóndigas. Una “alianza” unilateral con el magisterio, lo sangraría hasta la agonía.

¿Es entonces posible que en Oaxaca adquiera relevancia la presencia de las fuerzas vinculadas con Elba Esther Gordillo? Por principio de cuentas, esa posibilidad no se puede descartar. Algunos dirigentes de la Sección XXII, pelean ya por las diputaciones federales oaxaqueñas; si en el caso de Oaxaca, la señora Gordillo opta por aportar al voto presidencial por el candidato que le cuadre, no habrá problema, de lo contrario, ya veremos qué nos preparan para Oaxaca, la dupla Juan Díaz-Rafael Ochoa.


samaeldobeela@aol.com