miércoles, 24 de febrero de 2010

OAXACA POLíTICO

Se han definido ya los bloques electorales contendientes: "Unidos por la paz y el progreso", que agrupa al PAN,PRD,Convergencia y PT y por otro lado, la "Alianza por la transformación de Oaxaca en el que estarán el PRI y el PVEM. Otras organizaciones participarán en esta lucha electoral, Vgr.: el PUP-MULT y el PANAL, y al hacerlo, quizás como un efecto no deseado, favorecerán a la alianza PRI-PVEN.

Los contendientes principales, se orientan por una estrategia nacional, en la que el objetivo del PRI es el de ganar la presidencia de la república y el del PAN, mantenerse en el poder. Visto así, surge la pregunta: ¿Qué busca en todo esto el PRD? La respuesta es sin duda, la presidencia de la república, pero es claro que no tiene ahora la fuerza para lograrlo y que la preferencia del electorado hoy no lo favorece.

La alianza tendría entonces sentido estratégico para el PAN, pero no así para el PRD. Sin embargo, la alianza podría tener un valor táctico para el PRD, porque prodría ganar las elecciones locales y hacerse de una gubernatura; pero aún así, estaría por verse, si el candidato fuera el senador Gabino Cué, a quién favorecería éste: al PAN o a Andrés Manuel López Obrador, lo que es seguro, es que no favorecerá al PRD. De esta manera, aun la ganancia táctica se esfuma para ese partido.

En cuanto al PAN, he dicho que la alianza le favorece en su proyecto electoral nacional; pero en el escenario local no, porque como lo reconocen algunos panistas,el PAN en Oaxaca no tiene estructura partidista y su militancia es muy reducida, de modo que la alianza con el PRD, no hará más que acentuar la ausencia del PAN en la entidad, lo cual no es de ningún modo favorable para ese partido si la mira está puesta en el 2012.

Vemos entonces cómo el PAN y el PRD, tienen contrapesos en sus estrategias que los ponen en dificultades y que ignoro cómo lograrán balancear. Por otra parte en los avances electorales del PAN hacia el 2012, influirá el desempeño del gobierno del presidente Calderón que no las tiene todas consigo y menos ahora que rompió su promesa de no aliarce al PRD en este año: el PRI y sus aliados, se encargarán de que la presidencia de Calderón no avance lo suficiente como para mejorar su posición electoral.

En cuanto al PRI, en el caso de Oaxaca, no observo posibles contradicciones entre su estrategia nacional y su dinámica local. Los posibles aspirantes priístas a la presidencia de la república, no están en condiciones de sugerirle al gobernador Ulises Ruiz un candidato a sucederlo. Por el contrario, el candidato presidencial que surja, tendrá que convenir el apoyo de Oaxaca con el gobernador en funciones. Igual que en caso del PAN, el candidato del PRI, tendrá que dejar buenos resultados de su desempeño como funcionario público, aunque ciertamente, este efecto será menor que para el caso del PAN, en su posicionamiento electoral.

Parece que el principal problema del PRI en Oaxaca, se refiere a su dinámica interna. He afirmado en otro lugar, que la presencia de una pluralidad de aspirantes no afectará la unidad del PRI, porque ésta es un asunto más de cultura política que de la personalidad del precandidato o la forma de su elección. El priísta promedio está acostumbrado a la disciplina y al mando vertical y no le será extraño que el PRI en Oaxaca siga funcionando como lo ha hecho durante ochenta años.

Acepto sin embargo que no es posible "medir" el grado en que esa cultura política se ha deteriorado y por lo tanto si las personalidades inconformes puedan operar un efecto contrario a la voluntad del llamado Gran Elector.Por lo pronto Eviel Pérez Magaña parece ser el elegido para representar al PRI en las próximas elecciones locales.Si así fuera, algunos proponen no perder de vista un escenario extremo, en el que se anulen las elecciones por efectos de los votos de la oposición y del "fuego amigo"; pero insisto, esto dependería de que la cultura priísta y los arreglos con los inconformes y los líderes locales no funcionaran, lo que me parece poco probable.

Bajo cualquier escenario posible, quien sea el gobernador de Oaxaca, tendrá que ocuparse inmediatamente de los problemas no electorales de la entidad y que lastiman al pueblo de Oaxaca. El estado necesita una reconstrucción de su tejido social, lo que exige del próximo gobernador una actitud de apertura a todas las corrientes de opinión. El peor error que cometería quien gobierne Oaxaca el próximo sexenio, sería encerrarse en un bunker rodeado de amigos y aduladores.

Oaxaca necesita una integración territorial, que requiere del crecimiento de la infraestructura carretera, le urge un programa de desarrollo social que además de darle peso a la salud se lo dé también a la educación pública, sobre todo en los niveles medio y superior, y por último, sin que esto agote la agenda, promover la inversión publica y privada para la generación de empleo. En esto último convendría no apostarle al turismo al 100%, sino buscar desarrollos alternativos, como la producción de energía limpia, la exportación de productos competitivos, la agroindustria, el desarrollo de empresas sociales, la industria maquiladora y el desarrollo de software para la industria cibernética.Habrá muchos nichos de mercado que podrían evaluarse por expertos, la cuestión es que una acción en ese sentido no puede esperar más tiempo.

Los temas de la integración política, social y territorial de Oaxaca, junto a una estrategia viable de desarrollo son ahora impostergables. Caso especial es el combate al crimen organizado, para lo cual se requiere un acuerdo explícito con el gobierno federal, intentar combatirlo en las actuales condiciones solo traería más problemas. Urge fortalecer el estado de derecho. Quienes gobiernen Oaxaca harían bien en ir previendo soluciones al respecto, porque más que una estrategia nacional electoral, lo que está en juego es el futuro de Oaxaca.

viernes, 12 de febrero de 2010

¡Haití!

Al perro más flaco se le cargan las pulgas, dice un dicho popular; Haití, uno de los países más pobres de América Latina, sufre la catástrofe originada por un gran sismo.
La capital, Puerto Príncipe, la ciudad misteriosa y fascinante descrita en los relatos de Alejo Carpentier, fue destruida por el terremoto. Miles de muertos y heridos ( se habla de más de cien mil), una población que sufre un dolor indescriptible por la pérdida de sus seres queridos, asustada, hambrienta y desconcertada, un gobierno prácticamente desaparecido, la violencia y el saqueo agravan la situación de emergencia: Haití se debate entre la vida y la muerte.
La historia de ese país es la de un pueblo que no parece encontrar su derrotero hacia la paz y el desarrollo. Lograda su independencia, no le fue posible construir un régimen democrático, las dictaduras, y las consecuentes luchas intestinas sembraron el terror, la destrucción y la muerte. Hace pocos años los organismos de paz de la Organización de Naciones Unidas intervinieron para intentar reestablecer el orden; las cosas parecieron mejorar, pero el sismo derribó las esperanzas.
El terremoto que azotó a Haití, mató a miles de hombres, mujeres y niños y el mundo entero se conmueve ante la magnitud de la desgracia. Las declaraciones de duelo y solidaridad no se hicieron esperar, la ayuda humanitaria comenzó a fluir hacia el país hermano; pero los alimentos, el agua, las medicinas y casi todo lo que ha llegado a Haití, no se ha podido entregar a los sobrevivientes porque no hay manera de hacerlo, la población ha debilitado tanto sus vínculos sociales que es incapaz de organizarse y afloran en ella los instintos más primitivos de supervivencia.
En el terremoto de 1989, que asoló al Distrito Federal en nuestro país, la sociedad se organizó ante un gobierno azorado que no acertaba a actuar; se iniciaron los rescates y comenzó a darse el apoyo a los damnificados. Esta acción autogestionaria de la sociedad civil en México, no se observa en la devastada Haití.
A la pobreza de Haití se agrega su debilidad social. Es un pueblo golpeado por la crisis económica, sangrado por sus dictaduras, con frágiles instituciones políticas y una sociedad amorfa.
Un pueblo vulnerable, lo es por muchas causas, pero quizás la más grave sea el debilitamiento de sus vínculos sociales. Cuando una catástrofe natural o de cualquier tipo, se ensaña contra un pueblo, la fortaleza de sus vínculos sociales, expresada en sus instituciones, su capacidad de organizarse, su experiencia comunitaria y capacidad de acción concertada, lo hacen menos vulnerable; cuando la situación es la contraria, pasa lo que hoy vemos en Haití.
Haití provoca hoy en mí varios sentimientos: uno de consternación y duelo por la suerte de millones de personas y otro de preocupación egoísta: ¿A qué grado se han debilitado en México los vínculos sociales? ¿ Seremos capaces de afrontar con integridad un desastre similar o cualquier otro, de naturaleza distinta, pero de efectos parecidos?
Lo que sucede en Haití arroja varias lecciones: un pueblo debilitado en sus vínculos sociales, no puede aprovechar la ayuda externa en una situación de emergencia; por tanto la estrategia de ayuda humanitaria internacional debe revisarse. En las anteriores circunstancias, hay que atribuirle a los fenómenos naturales, el carácter de factores sociológicos, pues son capaces de provocar cambios drásticos en la sociedad. En México, si llegamos a una situación parecida a la de Haití en el debilitamiento del vínculo social, un terremoto, una sequía o una epidemia, pueden provocar una revuelta social, como ha sucedido en otros momentos de nuestra historia.
No tenemos mucho tiempo para prepararnos, porque los fenómenos naturales, a diferencia de los económicos o políticos, son azarosos e implacables. Debemos comenzar ahora.