sábado, 18 de julio de 2009

LA PELIGROSA COMUNIDAD DE LOS LECTORES.

La lectura de un buen libro, además de disfrutarse, llama a la reflexión. Pero hay otros, que no son precisamente fáciles de leer, exigen esfuerzo, concentración, consultar otras fuentes, obligan a dibujar diagramas y fuerzan a redactar resúmenes; además de la reflexión, convocan al diálogo con el autor, que no pocas veces, ya ha fallecido. Otros libros le cambian a uno la vida, no sólo las ideas.

Si los libros pudieran clasificarse por sus efectos, diría que van de aquellos que producen placer a los que transforman a las personas. Pero lo que todos ellos tienen en común, es que te llevan a pensar y así, comienzas a cuestionarte muchas cosas; y si el autor del libro tiene la genialidad suficiente, termina uno por cuestionarlo todo.

Por eso formar lectores es una gran responsabilidad; pero debo aclarar antes que distingo entre un lector y un alfabetizado. El alfabetizado es quien puede, además de escribir y expresarse con cierta claridad y sencillez, comprender casi todo lo que lee, sabe obtener información relevante de lo escrito, es capaz de sintetizar las ideas contenidas en un texto y hasta evaluar críticamente la obra del autor.

El lector es capaz de hacer todo lo anterior y algo más: vivir el texto. Esto es, intuir al autor a través de su obra; escuchar su voz en lo escrito, sentir sus frases, emocionarse con ellas: gritar, saltar, llorar o reír, estar o no de acuerdo, cuestionar, comparar. . . reflexionar. Esa es la diferencia, el lector se cree lo que lee; vive la realidad y el texto, y a veces, sólo el texto.

Por eso es delicado formar lectores; porque se forma a seres humanos que son capaces de vivir dos realidades: la de la vida y la del texto. El lector, a pesar de reconocer la virtualidad de la lectura, no le es menos contundente que la de la vida. Confronta o complementa ambas; pero nunca deja de compararlas.

Esa existencia dual, le da al lector un aire de gente de mundo, llega hablar de los autores que ha leído como si los hubiera conocido en persona, o más aún, como si hubiesen sido amigos íntimos. ¡Que osadía! Pero así sucede. Algunos lectores guardan su secreto y no confiesan las vivencias con sus autores preferidos, las guardan para sí; aunque a veces se les nota en la voz o en los ojos. Otro lector es capaz de reconocer esos secretos y terminan, ambos, asumiendo su mutua complicidad.

Los lectores llegan a conocer una gran diversidad de lugares, con una precisión asombrosa, sin siquiera haberlos visitado; aunque terminan haciéndolo. Dicen que Kant, que no salía de Königsberg, hablaba de lugares exóticos como si hubiera vivido en ellos.

El tiempo no marca un solo sentido para los lectores; pueden viajar al pasado o al futuro, además de vivir el presente, y hablan de esos tiempos a veces con cierta pedantería. Nunca viajan solos, siempre son acompañados por los autores de las diferentes épocas y viven con ellos sus aventuras. Saben que otros pueden estar haciendo lo mismo en el mismo momento. Pueden estar en la Grecia antigua con Aristóteles, mientras otros miles de la comunidad hacen lo mismo, y no pueden verse, sino hasta que regresan del viaje. La paradoja de Einstein se cumple también en este caso, pero al revés: los viajeros en el tiempo al regresar, se ven iguales entre sí; pero quienes se quedaron en el presente los ven más viejos y más sabios.

Los lectores, al contrario de los simplemente alfabetizados, son una comunidad celosa, pero no cerrada. Celosa porque se cuidan de aquellos que viven sólo la realidad de la vida, de los “prácticos” o “pragmáticos”; éstos toman distancia de lo cotidiano sólo cuando se duermen, porque además se sabe que sueñan poco, o casi no recuerdan lo que sueñan, porque alejarse del suelo, les da terror, se sienten inseguros. Aunque despiertos se ven dueños de sí mismos, en realidad no lo son; la misma vida los confunde con su complejidad y entonces optan por resolver los problemas de manera simplista y supuestamente eficaz; pero casi nunca lo logran.

La comunidad de los lectores es abierta porque acepta a cualquier alfabetizado si está dispuesto a vivir con autenticidad la lectura; por eso es más fácil que acepten analfabetas, porque si aprenden en la comunidad, tienden a ser sinceros.

La comunidad de lectores es celosa porque no lee lo que le indica la moda de los libros u otros textos; escoge sus lecturas, ya que el plan de existencia es único y cada lector tiene el suyo, aunque lo comparta, y lo comparte en el diálogo de la vida cotidiana; pero a veces también en la existencia textual: es decir, escribiendo. Jorge Luis Borges dijo, y tenía razón, que todo lector termina por escribir. Esto indica el gradual dominio de la realidad del texto sobre la de la vida.

La comunidad de lectores es abierta, porque construye la comunicación entre ambas realidades, y bordea el peligro cuando exige que una corresponda a la otra. Puede ser que el lector termine planteando que la realidad de la vida deba parecerse a la del texto, y se vuelva reformista o revolucionario; o exija que la realidad de la vida deba reflejarse en la del texto, y se vuelva poeta o literato, que para el caso, es lo mismo que ser revolucionario: éste transforma su existencia real, aquel la virtual.

Como sea, llega a ser peligroso engrosar la comunidad de los lectores, uno nunca sabe que sucederá algún día.

Como mi esposa es profesora de literatura, comprendía su insistencia en formar lectores y un día acepté formar parte de un experimento.

Elaboramos un programa para que viejos lectores convivieran con jóvenes alfabetizados de secundaria. Los reuníamos los sábados por las tardes en uno de los salones de la Biblioteca Central de la Ciudad de Oaxaca. No se trataba de leer, sino de que los lectores les platicaran sus experiencias cuando ellos tenían la misma edad de los alfabetizados.

Al principio los jóvenes escuchaban con cierta reticencia a los expositores; pero observamos que poco a poco se iban animando y el pequeño salón se llenaba de voces dialogantes que vibraban emocionadas, aseverando, preguntando, suponiendo, exigiendo opiniones y sobre todo. . .¡libros!

Después de algunos sábados comenzamos a dudar de lo juicioso de seguir con la experiencia. ¿Qué seguía? Los jóvenes se volvían más y más insistentes, no sólo exigían material y más expositores, querían construir su propia experiencia en la Comunidad y se alejaban peligrosamente del ordenado y pacífico mundo escolar. Decidimos suspender las reuniones, la escuela no está preparada aún para tales experiencias.

Sucedió que los jóvenes publicaron un periódico escolar con la asesoría de su maestra. En él publicaban las noticias de la escuela, sus experiencias como lectores; pero las cosas fueron subiendo de tono: comenzaron a publicar cuentos, pequeños ensayos, editoriales críticos, y terminaron denunciando a algunos directivos por vender la clave de los exámenes.

El periódico fue clausurado y mi esposa estuvo a punto de ser suspendida en el colegio. Por eso digo que la escuela no está aún preparada para estas cosas, y por ahora debe limitarse a alfabetizar a los jóvenes.

Por nuestra parte, comprendimos que un interés noble, puede a veces perjudicar a los muchachos y que la formación de lectores debe asumir, en una sociedad como la nuestra, una lógica conspirativa. Leer , en el sentido que lo explico, es subvertir el orden, o al menos confrontar la vida con otra realidad. Es peligroso.

Cuando los lectores observan los intentos comerciales o políticos de “fomentar” la lectura, guardan silencio; aunque no aceptan que se falsee la integración de los alfabetizados a la Comunidad, participan en ellos, porque de algún modo facilitan los ritos reales de la iniciación.

Se puede alfabetizar en masa, pero en la Comunidad, por más grande y numerosa que sea, la experiencia será profundamente individual. Sólo en el individuo es posible el misterio de la dualidad de la existencia lectora, misma que hace posible una convivencia, más comprensiva, reflexiva, transformadora, sumamente lúdica y placentera, en resumen, una convivencia más humana; pero, advierto, no deja de tener sus riesgos.

samaeldobeela@gmail.com

sábado, 11 de julio de 2009

5 DE JULIO. ELECCIONES Y GOBERNABILIDAD

El 5 de julio de este año, vivimos un fenómeno electoral inusitado que obliga a la reflexión individual y colectiva. Algunos analistas aseveran que es necesario indagar las causas de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) haya logrado una victoria arrolladora; que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se haya prácticamente desfondado, y que el Partido Acción Nacional (PAN) haya terminado por mantenerse en el gobierno al costo de perder al electorado.
Aunque me parece que el momento exige una reflexión más política que académica, en el sentido de requerir más acción en las nuevas condiciones que investigación científica, no niego, en ningún momento, la necesidad de ésta última. Me refiero desde luego a un verdadero trabajo académico, serio y pausado; no a las opiniones apresuradas de respetables científicos sociales, que pretenden actuar como aprendices de políticos.
Un estudio serio, requeriría investigar la estrategia de campaña de los diferentes partidos políticos, la situación interna de esas instituciones, las motivaciones de la conducta de los electores, y los factores de contexto que influyeron en ella, de manera particular la forma en como los partidos han gobernado esos territorios; y finalmente, el propio subsistema electoral, con sus leyes y organización, en tanto que posible factor explicativo, en el contexto más amplio del modelo presidencialista mexicano.
POSIBLES HIPÓTESIS.
Se han planteado algunas “intuiciones” interesantes:
Algunos especialistas piensan, que el sistema presidencialista mexicano conlleva estructuralmente, el mal del “gobierno dividido”; es decir, un poder legislativo contrapuesto al ejecutivo que compromete la gobernabilidad del país.
Otros identifican causas inmediatas, como la estrategia de las campañas, empezando por la forma en cómo fueron seleccionados los candidatos, y en esto señalan que el PAN cometió el grave error de imponer candidatos desde el centro, y mantener su lucha interna contra las corrientes opuestas al presidente Calderón.
El PRD sería el caso típico que explica su derrota a causa de sus problemas internos. He leído planteamientos de investigadores muy serios y críticos, que sostienen que el PRD podría subsanar sus problemas si asumiera una política más liberal y menos dogmática. Sin duda eso ayudaría, pero el problema del PRD, es que no es un partido político, sino un frente electoral, que agrupa diversas corrientes. La construcción de un frente electoral, con la forma de un partido político, es la causa de la permanente crisis del PRD; pero también de sus repuntes electorales, cuando las condiciones políticas del país favorecen las dinámicas “frentistas”.
Algunos otros le dan un peso especial al contexto en el que se dieron las elecciones, mismo que provocó que los electores votaran favoreciendo al PRI, y de algún modo castigaran al PAN y al PRD.
Ese contexto estaría marcado por las expectativas creadas por el presidente Calderón y que no fueron cumplidas. Una guerra contra el narcotráfico a la que no se le ve ni fin ni resultados; la crisis económica mundial que fue minimizada y que nos ha golpeado duramente; la crisis sanitaria, que provocó el virus de la influenza humana; y en general un estilo de gobernar, cuyos vicios, asemejan mucho al nuevo PAN, con el viejo PRI.
Algunos analistas afirman que es el propio sistema electoral el que desencanta a los electores y dificulta la operación de nuevos partidos. Nuestro sistema electoral garantiza el monopolio de los partidos, en lo que respecta a la postulación de candidatos; no premia la eficiencia de los elegidos, sino su capacidad de establecer complicidades. La organización territorial de los distritos electorales, está pensada para dificultarle a los partidos pequeños la vigilancia de las casillas. El sistema facilita que los partidos ganadores se vuelvan cada vez más fuertes, y no permite el retorno a una posición equitativa de partida, con cada nueva elección (reset condition), que en parte sería posible con la reelección, en este caso , de los diputados.
Con independencia de éstas y otras opiniones, los partidos políticos se prestan ya al análisis de la experiencia, y se preparan para corregir sus errores; después de todo, el dueño de la casa sabe bien por dónde le gotea el techo, aunque no esté lloviendo.
El presidente Calderón ya tomó la iniciativa: reconoce la nueva composición del congreso en su cámara de diputados, y llamó al diálogo para construir acuerdos. Desde luego, falta ver cuál será la posición del PRI y que pasará con el PRD y los partidos con menos fuerza.
La mayoría de los analistas coincide en afirmar en que de facto, hay un cogobierno, situación inédita en la historia post-revolucionaria de México. No obstante, no parece haber ni la voluntad, ni las normas que permitan establecerlo de jure.
Los estudiosos afirman que si el PRI y el PAN, no llegan a acuerdos que fortalezcan la gobernabilidad del país, el PRI llegará a la presidencia en el 2012, en un México próximo al motín, o al menos, cercano a la anomia.
Llegado al tema de la gobernabilidad, quisiera abordar la cuestión, no desde la perspectiva de analizar el voto, sino considerar las implicaciones del no-voto.

EL CASO OAXACA.
Oaxaca es el caso privilegiado en el que se puede observar, cómo el PRI, mantiene una mayoría electoral, a pesar de la dura situación que el poder Ejecutivo del Estado vivió en el 2006. Mucha gente pensó que el gobierno de Ulises Ruiz estaba destinado a sucumbir. No fue así. Ulises Ruiz terminará su periodo, y muy probablemente el PRI volverá a ganar en Oaxaca los procesos para elegir gobernador y diputados locales. ¿Por qué?
En primer lugar hay que distinguir entre el proceso electoral y el subsistema de gobierno, aun y cuando estén estrechamente vinculados. En la lógica del proceso electoral en Oaxaca, al PRI le basta con mantener la lealtad a sus siglas, debido a que la oposición, fracturada, pelea por los votos restantes, a partir de sus débiles estructuras clientelares y confrontados en una guerra interna. Cuando el PRI, además de sus votos cautivos, logra atraer votos de la oposición, el triunfo es aplastante.
¿Por qué entonces, si el PRI mantiene mayoría en el proceso electoral, tiene en Oaxaca serios problemas de gobernabilidad? Porque hay un sector de la ciudadanía, que no dirime sus reclamos mediante el proceso electoral, sino fuera de él. La construcción de la legitimidad del gobierno, no pasa, para este sector, por el subsistema electoral.
¿Qué tan grave es el problema en Oaxaca?
CUADRO 1.
RESULTADO DE LAS ELECCIONES FEDERALES.OAXACA.
5 de JULIO 2009

PARTIDO VOTOS % %
T/VOTANTES PADRÓN
PRI 453,344 43.8% 18.1%
PAN 169,447 16.4% 6.8%
PRD 164,585 15.9% 6.6%
PVEM 56,000 5.4% 2.2%
PT 51,016 4.9% 2.0%
PCD 47,161 4.6% 1.9%
PSD 22,109 2.1% 0.9%
PNA 15,755 1.5% 0.6%
No Regs. 9,478 0.9% 0.4%
Nulos 46,766 4.5% 1.9%
TOTAL 1,035,661 100.0% 41.4%
PADRON 2,501,639 100.0%
ABSTENCIÓN 1,465,978 58.6%

Si observamos el cuadro 1, veremos que a estas elecciones, sólo asistieron a votar el 41.4% del padrón electoral, porcentaje que disminuye, si le restamos a los que fueron pero que anularon su voto. ¿Hay alguna diferencia entre quienes votaron nulo y quienes no votaron? Para efectos de comprender el fenómeno de la gobernabilidad y su relación con lo electoral, la respuesta es, no.
Una conclusión superficial derivada del cuadro 1, es que el PRI representará a Oaxaca en el congreso con la simpatía, y tal vez con el apoyo del 43.8% de quienes fueron a votar, que en realidad representa sólo el 18.1% de la ciudadanía.
Si partiéramos del supuesto de que ganar las elecciones significa legitimar a los funcionarios del gobierno que se construye, al PRI, en Oaxaca, le sería suficiente que siempre votara, al menos, ese 41.4%; pero no es así.


CUADRO 2.
RECHAZO AL SUBSISTEMA ELECTORAL
No Reg. 9,478
Nulos 46,766
Abstención 1,465,978
Total 1,522,222 60.8%

Si observamos el cuadro 2, y asumimos que a quienes no fueron a votar no les interesan los resultados de la votación, o que están molestos con el subsistema electoral, llegaremos a una sola conclusión: como quiera que sea, son ciudadanos que no dirimen sus reclamos a la democracia, por la vía electoral. Si a eso le sumamos los que votaron por candidatos no registrados o votaron nulo, el número de quienes rechazan al subsistema electoral se incrementa hasta llegar al 60.8% del total de ciudadanos registrados en el padrón electoral.
LA HIPÓTESIS DEL COGOBIERNO.
La división de los dos cuadros que hago, no significa solamente una dicotomía entre quienes votaron y quienes no votaron, o votaron nulo; representa la estadística de ciudadanos que por una parte, dirimen sus reclamos a la democracia, por la vía electoral, y por la otra quienes utilizan otra vía para hacerlo, y por tanto, no les interesa asistir a votar.
Diría que analizar los resultados electorales observando simplemente los votos y no votos, se queda en el nivel político de la reflexión; ya que independientemente de el número de votantes, la conclusión es que el gobierno construido en esas condiciones es legal, si obtiene la mayoría relativa.
Un enfoque sociológico iría más allá. Vería al subsistema electoral como una parte de todo aquello que construye la gobernabilidad de un país o un territorio. En México, y particularmente en Oaxaca, es urgente avanzar en la construcción de la gobernabilidad, tarea que requiere, buscar, en el caso de Oaxaca, que ese 60.8% se sume a las acciones de gobierno, y ello requiere de construir los espacios políticos, por lo pronto no-electorales, para resolver sus reclamos; de lo contrario, surgirán los conflictos y se comprometerá la gobernabilidad.
Con este enfoque adquiere otra dimensión el resultado de las pasadas elecciones y se entiende la importancia de valorar la hipótesis del cogobierno, como un medio para pasar, no sólo de un presidencialismo a un modelo más parlamentario, sino para poner en el centro el bien público, en un balance diferente con el interés partidista.
¿Cuáles son las tareas que se derivan de semejante hipótesis? Eso, será tema de mi siguiente entrega.

domingo, 5 de julio de 2009

REVOLUCIÓN Y EDUCACIÓN PÚBLICA: JOSÉ VASCONCELOS Y VÍCTOR BRAVO AHUJA.

La esencia de la educación mexicana.

José Vasconcelos es sin duda el símbolo de la educación en México. A su obra se agregan las acciones que, ya como efectos de la Revolución de 1910, transformarán al país entero.

Especialísimo lugar ocupa en la obra de Vasconcelos la fundación en 1921 de la Secretaría de Educación Pública, de la que él mismo fue su primer titular. Ya antes había ocupado la Rectoría de la Universidad Nacional y, desde entonces, destacó el particular estilo de su política educativa.

Vasconcelos no se limitó a concebir la educación como el factor necesario para que los hombres puedan ejercer su libertad en el marco de igualdad que da la ley. Esa era la esencia del proyecto liberal, que después terminó contaminado por las ideas positivistas del Porfiriato, que reducían la libertar a la búsqueda del progreso; y a la ley, al respeto del orden establecido.

Vasconcelos, inspirado por pensadores como Schopenhauer y Nietzsche, ve en el goce y creación estéticos, la posibilidad de toda cultura; y a la cultura, como la condición humana por excelencia; razón por lo cual, nada le es dado al hombre sin la cultura. Al contrario del positivismo, e incluso del proyecto liberal, Vasconcelos no pone el énfasis de su axiología en la libertad, sino en la igualdad ( que no equidad). Su teoría de la raza cósmica es, a su manera, la antropología filosófica, que sostiene lo inevitable de una homogeneización de la raza humana, que nos hará inevitablemente iguales.

Las acciones educativas de Vasconcelos, guiadas por ese ideario, comienzan por fortalecer lo que él consideraba la fuente de la cultura: la universidad; es ella la objetivación del espíritu (Hegel) y no el Estado, por medio del cual hablará la raza acrisolada de México e Indoamérica. El medio para extender esa influencia benefactora, fue la naciente Secretaría de Educación Pública. Por eso, desde ella se irradiarán las acciones educativas cuyo contenido central es la cultura y de ésta, la esencia es el arte.

La política educativa de José Vasconcelos se articula por medio de la acción cultural. El primer secretario de educación pública en México, tuvo como sus principales operadores, a intelectuales, artistas y destacados universitarios latinoamericanos, que llevaron a las escuelas, a los barrios, al campo y las fábricas, la acción benéfica de la “desanalfabetización”, los primeros desayunos escolares, los maestros ambulantes, las Misiones Culturales, la lectura de los clásicos, la educación física entendida, al estilo griego, como parte de la cultura, la pintura mural y en general el arte.

Si tuviera que emitir un juicio acerca de la gestión vasconcelista, este sería: dotó al proyecto educativo de la revolución mexicana de su contenido fundamental, mismo que, con el transcurso del tiempo, se irá detallando y modificando en sus prioridades; pero en realidad, con pocas innovaciones.

Muchos dirán que algunos aspectos no los consideró Vasconcelos, como la educación técnica; pero están equivocados. Si bien el Maestro de América, no profundizó en ella, fue el creador en 1920, un año antes de que se fundara la Secretaría de Educación Pública, de la Dirección General de Enseñanza Técnica. Ya fundada la SEP, aquella se convirtió en la Dirección General de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial, su primer director fue Luis V. Massieu. Esta última línea en particular, será continuada por los gobiernos postrevolucionarios y quiero destacar en esto, el nombre de otro oaxaqueño: Víctor Bravo Ahuja.

Diré, antes de cerrar esta brevísima caracterización de José Vasconcelos como educador, que el propósito socio-político de su proyecto, se enmarca en el más general de perfilar la construcción de la identidad del México surgido de la Revolución, aquel que supera su pasado colonial, tomando lo mejor de él, aquel que rompe con el porfirismo, para continuar con un liberalismo con mayor compromiso social.

La educación posvasconceliana.

La política iniciada por Vasconcelos, encontrará cierta continuidad en la obra educativa que va de 1925 a 1968. La materia de esta obra será un México, que poco a poco va dejando la revuelta y se orienta hacia su recuperación. Un México cuya población crece aceleradamente, y que asimismo deja de ser mayoritariamente rural, para transformarse en preponderantemente urbana. Un México que con mucho esfuerzo se va insertando con cuidado, y hasta con recelo, en el escenario internacional.

El mundo había vivido la primera Guerra Mundial, las grandes transformaciones en el arte y la política de principios del siglo veinte, de las que los movimientos vanguardistas en el arte y la Revolución Rusa, son sólo ejemplos, influirán en el pensamiento educativo de los mexicanos.

Los años de 1925 a 1934, verán pasar a diferentes secretarios de educación que a su vez, irán perfilando el primer hito en la educación nacional : José Manuel Puig Casauranc (1924-1928), Moisés Sáenz (1928), Ezequiel Padilla (1928-1930), Aaron Sáenz y Carlos Trejo Lerdo de Tejada (1930), José Manuel Puig Casauranc (1930-1931), Narciso Bassols (1930-1934) y Eduardo Vasconcelos (1934). Todos ellos educadores de altísima calidad.

El primer salto en la política educativa nacional, después de la gran cruzada vasconcelista, lo será la educación socialista que impulsó el general Lázaro Cárdenas, y que operaron desde la SEP, los señores licenciados: Ignacio García Téllez (1934-1935) y Gonzalo Vásquez Vela (1935-1940).

Sin dejar de lado, ni subestimar la importancia del proyecto de educación rural, las escuelas artículo 123, el programa de educación obrera, etc., conviene destacar para los fines de este artículo, el impulso a la educación científica y tecnológica.

La inspiración marxista de la educación politécnica, no basta para entender la política educativa cardenista. Hay que ir más allá, para entrever como motivo, la necesidad de movilizar a las masas bajo la dirección de un liderazgo fuerte, y con finalidades claras e indiscutiblemente populares, todo ello de cara a la reacción de la oposición callista, y eventual reactivación del clero.

Una expresión de esta necesidad, fue la fundación del Instituto Politécnico Nacional (1935-36); integrado a partir del Departamento de Enseñanza Superior Técnica, Industrial y Comercial, y cuyo núcleo inicial lo formaron: el Instituto Técnico Industrial, la Escuela Nacional de Constructores y la Escuela de Ingenieros Mecánicos y Electricistas. Al frente del Politécnico, como su primer coordinador, quedó, el Ingeniero Juan de Dios Bátiz. La enseñanza técnica fue tomando un papel importante en la agenda de la política educativa revolucionaria.

Al mundo lo sorprendió el desastre de la Segunda Guerra Mundial, y de la ruina y muerte que dejó, surgió un crecimiento de la economía nunca antes visto, que resultó benéfico para México.

Los regímenes postcardenistas de Manuel Ávila Camacho(1941-1946) y Miguel Alemán (1947-1952), darán un viraje a la política educativa nacional, y orientarán sus esfuerzos a construir la unidad nacional, tan necesaria para afrontar los retos del crecimiento económico capitalista del país, que ahora se pretendía industrializar.

El rápido crecimiento demográfico de México, representó un problema importante para la educación nacional; el otro fue su propio resultado: una clase media creciente y más ilustrada, que terminó por no conformarse con lo que un régimen autoritario, era capaz de ofrecerle.

Los sexenios de Aldolfo Ruiz Cortines (1953-1958) y Adolfo López Mateos (1959-1964), fueron de particular importancia, pues los servicios educativos no podían continuar sin plantearse programas de más largo alcance.

En estos sexenios se dio un fuerte impulso a los nuevos métodos pedagógicos, los libros de texto gratuito y a los planes de largo aliento, como el plan de once años. Si bien la política educativa trató de ponerse a la altura del impresionante crecimiento económico del país, el llamado Milagro Mexicano no podía durar por mucho tiempo.

El régimen de Gustavo Días Ordaz (1964-1970) sufrió las consecuencias de una política económica pujante pero propiciadora de profundas desigualdades, aunada a un gobierno despótico y unipersonal, cuyos abandonos darían lugar a graves conflictos, particularmente dos de ellos: el del campo y el de la clase media, ahora desesperada.

El conflicto estudiantil de 1968, dividió a la clase política y planteó la urgencia de cambios. En estas condiciones llegó a la presidencia de la república, Luis Echeverría Álvarez (1971-1976), quien invitaría para hacerse cargo de la SEP, a un destacado hombre, producto de las transformaciones cardenistas, y totalmente formado en la educación politécnica: Víctor Bravo Ahuja.

El legado de Víctor Bravo Ahuja.

No se trata aquí de hacer una evaluación de la gestión de Bravo Ahuja al frente de la Secretaría de Educación Pública; sino de destacar algunas de sus más importantes aportaciones a la educación, tomando como referente el paradigma vasconcelista.

Sin pretender simplificar su gestión, se podría afirmar que, si Vasconcelos le dio a la política educativa mexicana su contenido fundamental, Víctor Bravo Ahuja, le dio al sistema educativo mexicano integralidad. Lo que hoy son los servicios públicos de educación, adoptaron su perfil moderno durante el período de Bravo Ahuja. El símil de contenido y forma podría ser ilustrativo, pero no justo. Bravo Ahuja, dio mucho más que forma, le dio sentido social y calidad a la educación mexicana.

Don Víctor Bravo Ahuja, fue el secretario de educación pública con más alto nivel académico hasta ese momento. Formado como ingeniero aeronáutico en el IPN, asistió después a cursos especiales en la Escuela Militar de aeronaútica, la Facultad de Ciencias de la UNAM, el Instituto Tecnológico de California y la Universidad de Michigan. Fue fundador, y primer director del Instituto de Investigaciones Industriales de Monterrey y rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (1945-1958).

En 1968, el ingeniero Bravo Ahuja fue electo gobernador constitucional del Estado de Oaxaca y su obra no tuvo precedentes: Se construyeron en dos años 1373 aulas para los diferentes niveles educativos. Se dotó al estado de dos escuelas tecnológicas pesqueras, 57 escuelas tecnológicas agropecuarias, cuatro centros tecnológicos agropecuarios, un instituto tecnológico regional agropecuario y dos institutos tecnológicos regionales. Se creó el Instituto de Investigación e Integración Social, se crearon las Academias de la Lengua Zapoteca y Mixteca, así como de la Cultura Oaxaqueña, y se estableció el Museo de Arte Precolombino Rufino Tamayo, entre otras obras.

En 1970 el ingeniero Víctor Bravo Ahuja asumió el cargo de Secretario de Educación Pública, y se avoca, desde el primer momento, a instrumentar la política del Presidente de la República, la palabra clave era: Reforma.

El presidente Echeverría sentía, como quizás ningún otro político de su tiempo, la urgencia de una reforma de la vida nacional, y particularmente en el ámbito educativo. Su responsabilidad en la masacre de estudiantes el 2 de octubre en Tlatelolco, lo obligaba a mostrar una actitud de apertura y disposición al cambio.

Las reformas en educación primaria y secundaria, implicaron una movilización de recursos pedagógicos y sociales sin precedente; los cambios en la metodología de la enseñanza fueron en su momento innovadores. Los nuevos libros de texto sustituyeron a los nostálgicos libros de la época de Torres Bodet y dieron paso a la modernidad.

Junto a la reforma en educación básica, se impulsó la creación de los Albergues Escolares, los Centros de Integración Social, los Promotores Culturales, las Brigadas de Desarrollo Rural y el establecimiento de la Dirección General de Mejoramiento Profesional del Magisterio, que debía atender a los maestros en servicio, la reforma tenía que llegar a ellos.

Con todo, las acciones que destacaron fueron las de la educación tecnológica:

En 1969 había 289 instituciones tecnológicas, para 1976 el número ascendió a 1301, además 1012 establecimientos para atender las áreas agropecuarias, comercial, industrial y pesquera. Esto llevó a la necesidad de constituir todo un Sistema Nacional de Educación Técnica. Para atender a los hijos de los campesinos, se llegaron a crear 693 escuelas tecnológicas agropecuarias, muchas más de las 70 que había en 1970.

En el ámbito administrativo y normativo, la gestión de Bravo Ahuja, también promovió cambios importantes: el calendario escolar pasó de 135 días a 195; se promulgó la Ley Federal de Educación (1973), antecedente directo de la actual Ley General de Educación. También se promulgó la Ley Nacional de Educación para Adultos (1975) y se creó el CONAFE, que tanto apoyo dio a las escuelas ubicadas en lugares marginados.

En el nivel de educación media superior, destacó la creación de dos instituciones señeras: El Colegio de Bachilleres y El Colegio de Ciencias y Humanidades. La reforma llegó hasta la Escuela Preparatoria Nacional, que al modificar su plan de estudios, pasó a cursarse en tres años en lugar de dos.

Sin abundar en el ámbito de la cultura, donde también hubo avances importantes, cerramos esta breve reflexión, señalando, que las nuevas líneas de acción educativa que estableció Don Víctor Bravo Ahuja, parecen cerrar un ciclo en la definición de las posibilidades de acción educativa en México.


La situación actual.

De cara a la agenda que definieron principalmente José Vasconcelos y Bravo Ahuja, como expresión de las tareas y compromisos de la Revolución con la sociedad, los años posteriores, muestran un agotamiento de las posibilidades de acción, que tienen repuntes importantes durante el régimen de José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari. El resto no presenta relieves importantes.

El derrotero de la educación en México, se atiene ahora a la calidad y equidad, como temas centrales, pero pierde mucho en su capacidad de movilizar a la sociedad con fines de transformación mediante la educación.

A partir del año 2000, el Partido Acción Nacional asumió la presidencia de la república. Se esperaban grandes cambios; pero nada ocurre aún. Hasta ahora, la agenda educativa es monótona y burocrática, ha perdido la capacidad política de encender al espíritu popular.

A todo esto se suma una crisis que limita los recursos para mantener y construir escuelas, equiparlas y mejorar el ámbito del quehacer pedagógico, donde los maestros juegan un papel importante.

El contraste es claro y se puede pensar que Vasconcelos y Bravo Ahuja, agotaron las propuestas surgidas del pacto entre gobierno y sociedad en 1910-1917. Un nuevo pacto quizás sea necesario; tal vez se encuentre en una profunda Reforma del Estado mexicano, para que este nuevo vínculo entre gobierno y sociedad, permita reimpulsar una agenda educativa vibrante, innovadora, eficaz, profundamente humanista y democrática; pero sobre todo, que pueda echar raíces en el pueblo de México.