sábado, 11 de julio de 2009

5 DE JULIO. ELECCIONES Y GOBERNABILIDAD

El 5 de julio de este año, vivimos un fenómeno electoral inusitado que obliga a la reflexión individual y colectiva. Algunos analistas aseveran que es necesario indagar las causas de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) haya logrado una victoria arrolladora; que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se haya prácticamente desfondado, y que el Partido Acción Nacional (PAN) haya terminado por mantenerse en el gobierno al costo de perder al electorado.
Aunque me parece que el momento exige una reflexión más política que académica, en el sentido de requerir más acción en las nuevas condiciones que investigación científica, no niego, en ningún momento, la necesidad de ésta última. Me refiero desde luego a un verdadero trabajo académico, serio y pausado; no a las opiniones apresuradas de respetables científicos sociales, que pretenden actuar como aprendices de políticos.
Un estudio serio, requeriría investigar la estrategia de campaña de los diferentes partidos políticos, la situación interna de esas instituciones, las motivaciones de la conducta de los electores, y los factores de contexto que influyeron en ella, de manera particular la forma en como los partidos han gobernado esos territorios; y finalmente, el propio subsistema electoral, con sus leyes y organización, en tanto que posible factor explicativo, en el contexto más amplio del modelo presidencialista mexicano.
POSIBLES HIPÓTESIS.
Se han planteado algunas “intuiciones” interesantes:
Algunos especialistas piensan, que el sistema presidencialista mexicano conlleva estructuralmente, el mal del “gobierno dividido”; es decir, un poder legislativo contrapuesto al ejecutivo que compromete la gobernabilidad del país.
Otros identifican causas inmediatas, como la estrategia de las campañas, empezando por la forma en cómo fueron seleccionados los candidatos, y en esto señalan que el PAN cometió el grave error de imponer candidatos desde el centro, y mantener su lucha interna contra las corrientes opuestas al presidente Calderón.
El PRD sería el caso típico que explica su derrota a causa de sus problemas internos. He leído planteamientos de investigadores muy serios y críticos, que sostienen que el PRD podría subsanar sus problemas si asumiera una política más liberal y menos dogmática. Sin duda eso ayudaría, pero el problema del PRD, es que no es un partido político, sino un frente electoral, que agrupa diversas corrientes. La construcción de un frente electoral, con la forma de un partido político, es la causa de la permanente crisis del PRD; pero también de sus repuntes electorales, cuando las condiciones políticas del país favorecen las dinámicas “frentistas”.
Algunos otros le dan un peso especial al contexto en el que se dieron las elecciones, mismo que provocó que los electores votaran favoreciendo al PRI, y de algún modo castigaran al PAN y al PRD.
Ese contexto estaría marcado por las expectativas creadas por el presidente Calderón y que no fueron cumplidas. Una guerra contra el narcotráfico a la que no se le ve ni fin ni resultados; la crisis económica mundial que fue minimizada y que nos ha golpeado duramente; la crisis sanitaria, que provocó el virus de la influenza humana; y en general un estilo de gobernar, cuyos vicios, asemejan mucho al nuevo PAN, con el viejo PRI.
Algunos analistas afirman que es el propio sistema electoral el que desencanta a los electores y dificulta la operación de nuevos partidos. Nuestro sistema electoral garantiza el monopolio de los partidos, en lo que respecta a la postulación de candidatos; no premia la eficiencia de los elegidos, sino su capacidad de establecer complicidades. La organización territorial de los distritos electorales, está pensada para dificultarle a los partidos pequeños la vigilancia de las casillas. El sistema facilita que los partidos ganadores se vuelvan cada vez más fuertes, y no permite el retorno a una posición equitativa de partida, con cada nueva elección (reset condition), que en parte sería posible con la reelección, en este caso , de los diputados.
Con independencia de éstas y otras opiniones, los partidos políticos se prestan ya al análisis de la experiencia, y se preparan para corregir sus errores; después de todo, el dueño de la casa sabe bien por dónde le gotea el techo, aunque no esté lloviendo.
El presidente Calderón ya tomó la iniciativa: reconoce la nueva composición del congreso en su cámara de diputados, y llamó al diálogo para construir acuerdos. Desde luego, falta ver cuál será la posición del PRI y que pasará con el PRD y los partidos con menos fuerza.
La mayoría de los analistas coincide en afirmar en que de facto, hay un cogobierno, situación inédita en la historia post-revolucionaria de México. No obstante, no parece haber ni la voluntad, ni las normas que permitan establecerlo de jure.
Los estudiosos afirman que si el PRI y el PAN, no llegan a acuerdos que fortalezcan la gobernabilidad del país, el PRI llegará a la presidencia en el 2012, en un México próximo al motín, o al menos, cercano a la anomia.
Llegado al tema de la gobernabilidad, quisiera abordar la cuestión, no desde la perspectiva de analizar el voto, sino considerar las implicaciones del no-voto.

EL CASO OAXACA.
Oaxaca es el caso privilegiado en el que se puede observar, cómo el PRI, mantiene una mayoría electoral, a pesar de la dura situación que el poder Ejecutivo del Estado vivió en el 2006. Mucha gente pensó que el gobierno de Ulises Ruiz estaba destinado a sucumbir. No fue así. Ulises Ruiz terminará su periodo, y muy probablemente el PRI volverá a ganar en Oaxaca los procesos para elegir gobernador y diputados locales. ¿Por qué?
En primer lugar hay que distinguir entre el proceso electoral y el subsistema de gobierno, aun y cuando estén estrechamente vinculados. En la lógica del proceso electoral en Oaxaca, al PRI le basta con mantener la lealtad a sus siglas, debido a que la oposición, fracturada, pelea por los votos restantes, a partir de sus débiles estructuras clientelares y confrontados en una guerra interna. Cuando el PRI, además de sus votos cautivos, logra atraer votos de la oposición, el triunfo es aplastante.
¿Por qué entonces, si el PRI mantiene mayoría en el proceso electoral, tiene en Oaxaca serios problemas de gobernabilidad? Porque hay un sector de la ciudadanía, que no dirime sus reclamos mediante el proceso electoral, sino fuera de él. La construcción de la legitimidad del gobierno, no pasa, para este sector, por el subsistema electoral.
¿Qué tan grave es el problema en Oaxaca?
CUADRO 1.
RESULTADO DE LAS ELECCIONES FEDERALES.OAXACA.
5 de JULIO 2009

PARTIDO VOTOS % %
T/VOTANTES PADRÓN
PRI 453,344 43.8% 18.1%
PAN 169,447 16.4% 6.8%
PRD 164,585 15.9% 6.6%
PVEM 56,000 5.4% 2.2%
PT 51,016 4.9% 2.0%
PCD 47,161 4.6% 1.9%
PSD 22,109 2.1% 0.9%
PNA 15,755 1.5% 0.6%
No Regs. 9,478 0.9% 0.4%
Nulos 46,766 4.5% 1.9%
TOTAL 1,035,661 100.0% 41.4%
PADRON 2,501,639 100.0%
ABSTENCIÓN 1,465,978 58.6%

Si observamos el cuadro 1, veremos que a estas elecciones, sólo asistieron a votar el 41.4% del padrón electoral, porcentaje que disminuye, si le restamos a los que fueron pero que anularon su voto. ¿Hay alguna diferencia entre quienes votaron nulo y quienes no votaron? Para efectos de comprender el fenómeno de la gobernabilidad y su relación con lo electoral, la respuesta es, no.
Una conclusión superficial derivada del cuadro 1, es que el PRI representará a Oaxaca en el congreso con la simpatía, y tal vez con el apoyo del 43.8% de quienes fueron a votar, que en realidad representa sólo el 18.1% de la ciudadanía.
Si partiéramos del supuesto de que ganar las elecciones significa legitimar a los funcionarios del gobierno que se construye, al PRI, en Oaxaca, le sería suficiente que siempre votara, al menos, ese 41.4%; pero no es así.


CUADRO 2.
RECHAZO AL SUBSISTEMA ELECTORAL
No Reg. 9,478
Nulos 46,766
Abstención 1,465,978
Total 1,522,222 60.8%

Si observamos el cuadro 2, y asumimos que a quienes no fueron a votar no les interesan los resultados de la votación, o que están molestos con el subsistema electoral, llegaremos a una sola conclusión: como quiera que sea, son ciudadanos que no dirimen sus reclamos a la democracia, por la vía electoral. Si a eso le sumamos los que votaron por candidatos no registrados o votaron nulo, el número de quienes rechazan al subsistema electoral se incrementa hasta llegar al 60.8% del total de ciudadanos registrados en el padrón electoral.
LA HIPÓTESIS DEL COGOBIERNO.
La división de los dos cuadros que hago, no significa solamente una dicotomía entre quienes votaron y quienes no votaron, o votaron nulo; representa la estadística de ciudadanos que por una parte, dirimen sus reclamos a la democracia, por la vía electoral, y por la otra quienes utilizan otra vía para hacerlo, y por tanto, no les interesa asistir a votar.
Diría que analizar los resultados electorales observando simplemente los votos y no votos, se queda en el nivel político de la reflexión; ya que independientemente de el número de votantes, la conclusión es que el gobierno construido en esas condiciones es legal, si obtiene la mayoría relativa.
Un enfoque sociológico iría más allá. Vería al subsistema electoral como una parte de todo aquello que construye la gobernabilidad de un país o un territorio. En México, y particularmente en Oaxaca, es urgente avanzar en la construcción de la gobernabilidad, tarea que requiere, buscar, en el caso de Oaxaca, que ese 60.8% se sume a las acciones de gobierno, y ello requiere de construir los espacios políticos, por lo pronto no-electorales, para resolver sus reclamos; de lo contrario, surgirán los conflictos y se comprometerá la gobernabilidad.
Con este enfoque adquiere otra dimensión el resultado de las pasadas elecciones y se entiende la importancia de valorar la hipótesis del cogobierno, como un medio para pasar, no sólo de un presidencialismo a un modelo más parlamentario, sino para poner en el centro el bien público, en un balance diferente con el interés partidista.
¿Cuáles son las tareas que se derivan de semejante hipótesis? Eso, será tema de mi siguiente entrega.

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