Cuando Julio César cruzó el Rubicón, ante sus propios temores, se dijo, según registra Suetonio: Alea iacta est (La suerte está echada). El futuro fundador de la dinastía de los césares, se refería a que no hay marcha atrás una vez que se toma una decisión. Hoy, los mexicanos estamos por tomar una histórica, y no habrá marcha atrás. Me refiero al necesario cambio del modelo económico con el que hoy se gobierna al país. El primer problema será decidir, quién o quienes serán los encargados de hacerlo.
Nuestra situación, no parece mejorar. Son muchos los observadores que presagian catástrofes, yo prefiero sostener la idea de que, bajo ciertas condiciones, podremos salir adelante.
A Felipe Calderón, quien se auto nombró el presidente del empleo, las cosas no le han salido bien. No sólo son las “malas vibras”, lo es también la falta de previsión y oficio en el arte de gobernar. La suerte del Presidente Calderón debe ser una lección para quien pretenda gobernar a México.
Su primer error fue iniciar una guerra que le ha dado victorias pírricas. Nadie fue capaz de decirle: “Sr. Presidente, sus promesas comprometen al país”. Ahora será más difícil salirse del lío en el que se metió, metió al Ejército Nacional y a todos nosotros.
El segundo, no haber previsto la crisis en la dimensión en la que se veía venir. Me detengo un poco en este tema. En realidad no estoy seguro si fue incapacidad de su equipo económico, o complicidad con los fuertes intereses financieros de los Estados Unidos. Lo cierto es que de una crisis financiera, pasó a ser un desastre económico. Ya se ha anunciado que el Producto Interno Bruto caerá en más de un 10%. Si la crisis financiera arrasó con nuestras reservas, la crisis económica arrasará con la infraestructura económica del país y con el empleo. En un artículo publicado en esta casa editorial, anunciaba la insurrección que viene, lamento que los hechos me estén dando la razón. Otros ya lo han manifestado también: temen que la violencia social se desate.
La emergencia que produjo la influenza, tuvo un buen manejo, pero la política tenía como premisas: una economía fuerte, consenso social e instituciones consolidadas, es decir otro país. El gobierno de México actuó bien, pero en un terreno equivocado; como siempre, buenas intensiones puestas en acción con una estrategia equivocada. Así la forma en como se enfrentó la emergencia de la influenza, agudizó los efectos de la crisis.
En tercer término, la imprudencia de no diversificar las fuentes de riqueza del país, y por el contrario, apostarle a una reforma para la explotación y el aprovechamiento del petróleo, que se complicó, en parte por la oposición de varias fuerzas políticas; pero también porque tenía un fondo muy obscuro, en el que quizá haya estado implicado el malogrado Juan Camilo Muriño. El presidente se dejó llevar por la inercia neoliberal y no pensó en cambiar las reglas del crecimiento económico del país y ahora, todos estamos pagando el costo.
Dos de los principales instrumentos del gobierno federal, para incidir en la dinámica y la orientación de la economía nacional, se han manejado con una sorprendente falta de oficio: la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos. La primera es, para hablar con simpleza, la patente de corzo que el Congreso le otorga al gobierno federal para hacerse de recursos. Pues bien, la política de ingresos, refleja lo que todos sabemos: le apuesta a la vía de los impuestos en un 60 0 65%. De este porcentaje, más del 90% procede del ISR y el IVA, es decir, se obtiene de los trabajadores y la clase media, que somos la mayoría, ¿ Y los empresarios? Aportan sólo el 2% de los ingresos recaudados. Pero lo peor de esta política de ingresos, no es sólo su carácter parcial, sino la propia ineficiencia del gobierno federal, pues con todo, no logra recaudar los impuestos previstos, mal verdugo al servicio de los poderosos, que transfiere sus obligaciones a la crisis económica.
El resto del grueso de los ingresos. . ., adivinó usted, los proporciona PEMEX. Otras “empresas”, como Luz y Fuerza, no aportan, sino que se llevan dinero, para dizque producir energía. Otro renglón en negativo es la venta de diesel, que en lugar de darnos beneficios, nos quita dinero. En el caso de PEMEX, la ley de ingresos mandata al ejecutivo para que venda el petróleo a determinado precio; pues ¡no! No pueden venderlo al precio fijado, por múltiples razones. El caso es que tampoco recaudan todo el dinero necesario por esa vía. ¿Cuándo entenderán esto señores que los argumentos que den no justifican su incapacidad? Está claro, México contrata chalanes que salen muy caros y no dan resultados, al contrario, ahora nos enteramos de que también se roban el petróleo y el gas; no se roban las instalaciones, porque están muy viejas. Pero ahora me percato de que en todo esto, el sindicato de PEMEX no aparece por ningún lado en la discusión, ni para bien ni para mal. ¿Por qué será?
Para coronar nuestros males, cuando el mercado de hidrocarburos nos favorece, la Ley de Coordinación Fiscal, le permite al gobierno federal distribuir a discreción, los ingresos excedentes.
Está de moda hablar del Presupuesto de Egresos, otro de los instrumentos que el Congreso le autoriza al gobierno federal para incidir en la economía, y ofrecer sus servicios a los mexicanos. En la medida en que el presupuesto de egresos depende de la ley de ingresos y su ejecución, de entrada tiene que ser insuficiente, aparte de ineficaz. En lo primero, los recientes recortes presupuestales hablan por sí mismos. En lo segundo, tomen cualquier tema y analicen: el de la guerra contra el narco, el desarrollo social, la educación, la seguridad de los ciudadanos, la ciencia y la tecnología, la cultura, el deporte, el que quieran, ninguno soporta un análisis riguroso.
El caso de la educación, por ejemplo, se mantuvieron hasta ahora, las mismas políticas de austeridad que se establecieron con ¡Miguel de la Madrid! Ahora que el futuro nos alcanzó, pues se vuelven a justificar. No hay recursos para crear plazas administrativas y de personal de apoyo, a varios estados, como a Oaxaca, no les autorizan recursos para regularizar su presupuesto, pero los siguen manteniendo a merced de las secciones sindicales del SNTE, y para colmo, la Alianza por la Calidad de la Educación, que contrario al espíritu del Acuerdo para la Modernización de la Educación Básica y Normal firmado en 1992, ha centralizado el ejercicio de los recursos federales para ese rubro, y encima, se les exige a los estados que aporten dinero que no tienen. Ahora, la señora diputada electa, Josefina Vásquez Mota, amenaza con elevar a rango de ley, el programa de Elba Esther Gordillo: la Alianza por la Calidad Educativa. ¡Vaya desfachatez!
El último error del Presidente Calderón es el más tolerable, porque hará posible el término de la era del PAN: su política en las pasadas elecciones federales. Su autoritarismo no sólo es un problema de carácter, refleja también la incapacidad del la militancia del PAN , de romper con los vicios del viejo PRI. Cometió un error al convertir a la presidencia de la república en un instrumento al servicio de sus ambiciones personales. Hizo lo que quiso al interior de su partido y el costo fue muy alto: el PAN perdió casi todo lo que había ganado. No se ha comprendido aún que es importante fortalecer a nuestras instituciones republicanas. La presidencia de la república debió mantenerse al margen de los manejos partidistas y de las elecciones. Será necesario que de ahora en adelante eso sea una regla de oro; las instituciones deben manejarse con apego estricto a la ley.
El resultado de todo esto es que tenemos una presidencia debilitada. Las voces de expertos e inexpertos, anuncian por igual el próximo arribo del PRI a la cabeza del gobierno federal. Al PRD, hasta ahora, no se le ven posibilidades.
Si el PRI va en serio a retomar el poder de la presidencia de la república, sus estrategas deben pensar en llegar de la mejor manera, esto es, de manera incuestionable. Por eso, una tarea que le sería urgente al PRI, es la reforma electoral que revitalice al IFE y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de modo que no dependan de los partidos y vuelvan a ciudadanizarse. Otra, la reforma que someta a los medios de comunicación al Estado y no al revés, un pacto con el actual gobierno federal para contener la crisis y que permita blindar a los más pobres de México, y lo más difícil, convenir la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo económico.
Si el PRI no llega al poder renovado y con una propuesta clara y diferente, contribuirá al hundimiento del país, cuando ahora parece que la historia le da la segunda oportunidad de coadyuvar para salvarlo.
Alea iacta est.
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