domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Y LOS BANCOS?

Una reciente encuesta de opinión, muestra que los mexicanos estamos convencidos de que el gobierno ha gastado mal los recursos de que dispone; y cuando se le pregunta al ciudadano de la calle qué se debe hacer, su respuesta es: reducir los gastos.
Ojalá y las cosas fueran así de simples. No tenemos dinero, luego entonces, no gastemos lo que no tenemos. En efecto, el sentido común nos indica que debemos que apretarnos el cinturón en tanto el país se recupera; el problema es cómo y cuándo se recuperará.
Cuando nos planteamos lo anterior, nos damos cuenta que no basta con apretarnos el cinturón reduciendo los gastos del gobierno, hacen falta otras cosas. Una de ellas, en mi opinión, es que revisemos el tema de los bancos. Tengo la impresión que será un tema que abordará la nueva legislatura federal, cuando traten el asunto de la política económica que conviene al país.
Sé que el tema es muy serio, pero estoy convencido que los mexicanos no soportarán más el brutal empobrecimiento de que están siendo objeto. La banca mexicana se ha dedicado a generar deudas, su papel como agente financiero del desarrollo se ha desvanecido en un mar de escándalos y corrupción. Si tuviera que dar mi opinión acerca de la banca mexicana, diría: está saqueando al país.
El mundo sufre los efectos que provoca un capital financiero desbocado. En todo el planeta se busca una solución al problema, pero los fuertes intereses de quienes reciben miles de millones de dólares de ganancia, impiden que este mal se supere.
El sistema financiero internacional, encontró una mina de oro en la magia de convertir la deuda de los demás en dinero constante y sonante para él. Los bancos están ahora bajo un régimen de excepción; los depósitos que funcionan como garantía de sus acciones ante el banco central de los países, son, a veces, inexistentes. Sus operaciones de compra-venta, casi siempre especulativas, no son gravadas, (por ejemplo en México), pueden capitalizar inmediatamente los intereses que reciben por los créditos que otorgan, de un capital inexistente. Si señores: INEXISTENTE.
La banca nacional, otorga créditos, sin tener el dinero que lo respalde. Por ejemplo, los usuarios de tarjetas de crédito, reciben un plástico y comienzan a construir una deuda que será impagable y que los agobiará hasta su muerte. Sin embargo, una vez que el cliente haya intentado por varios años pagar su deuda con el banco, se declarará insolvente y su caso pasará a la cartera vencida del banco. El monto total de la cartera vencida de un banco, la paga en México el IPAB, cuyos fondos se supone son para proteger al ahorro, falso. Sus fondos sirven para asegurar que los bancos recibirán dinero a partir del monto de deuda que hayan sido capaces de crear. ¿Se da cuenta el lector del truco? Nunca hubo dinero, hasta que el deudor no pudo pagar y su deuda la absorbió el IPAB, pero el deudor no recibirá ni un quinto, todo, incluyendo los intereses, lo recibirán los banqueros.
Todos los créditos funcionan de la misma manera; nunca se cuenta con el dinero, sino con el “aval” del banco, los productores o comercializadores de bienes, le dan al usuario del crédito (deudor), los bienes a cambio de una promesa de pago, que el deudor hará efectiva al banco y el banco al productor o comercializador de bienes. Por sólo pasar el dinero de una mano a otra, el banco se lleva una millonada; pero el verdadero negocio, será la enorme masa de deuda que luego el IPAB, en el caso de México, hará efectiva a los banqueros, con intereses.
¿Y de dónde sale el dinero que le da el IPAB a los banqueros? Del trabajo de los mexicanos, que producen para que el dinero tenga respaldo real; por eso, cuando entra en desequilibrio el circulante con la cantidad de bienes en el mercado, el capital financiero presiona, para regresar al equilibrio, exigiendo al sector productivo que haya más bienes; le llaman incrementar la productividad. El sector productivo no producirá más, porque no tiene capital para invertir, o porque resulta más rentable dárselo a los bancos y vuelta a ganar. Lo cierto es que el negocio banquero, hace que a un país se le saquee, sin que en ningún momento haya un efecto benéfico para la economía real.
Lo que sucedió en los Estados Unidos, fue que la cadena de deuda-pago, se rompió y los bancos, muy inteligentemente, se declararon sin liquidez para cumplir con sus compromisos, que por arte de magia, fueron transferidos a la economía real. Los legisladores gringos, en nada parecidos a los mexicanos, antes de un rescate bancario ( ¿Recuerdan el FOBAPROA?), exigieron ver las cuentas de las empresas y arreglar con ellas, no con los bancos que ya se habían llevado una buena tajada del pastel. Lo anterior fue algo así como si el dinero del IPAB se lo dieran a los tarjeta-habientes, para que ellos pagaran su deuda y el gobierno mediara entre los clientes y los bancos, porque, aun y cuando el gobierno apoyara con dinero real a los deudores, la deuda sería impagable por los elevadísimos intereses que la “ley” le permite a los bancos aplicar, y cuyo ejercicio es parte importante de su negocio, cuyo nombre es: Agio.
El agio está penado hasta en las religiones, menos en los negocios del capital financiero. En México tenemos tan mala suerte, que ya la Suprema Corte de Justicia estableció que lo que hacen los bancos es legal y ¡ hasta moral! Créame, es cierto.
Por eso me llama la atención que muchos opinen que nuestros problemas se resolverán si el gobierno gasta menos y nos apretamos el cinturón. Desde luego que hay que hacer eso y más, entre otras cosas, evitar que los bancos, sigan saqueando al país.

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