Vaya lío el que armó el Sr. Nava del PAN con su declaración de que el proyecto de ley de ingresos de la federación fue una propuesta del PRI. Ahora los del tricolor están muy molestos porque ven en la actitud de Nava, lo que en general esconde el PAN y la presidencia de la república: tirar la piedra y esconder la mano, escudándose en el PRI.
Los senadores del PRI regresarán a la cámara de diputados el proyecto de ley, desconocemos ahora cuál será la propuesta que resulte de esta revisión del malogrado proyecto. Se rumora que la presidencia de la república cabildea con intensidad para salvar su futuro; pues de los recursos que la ley le permita recabar depende su capacidad de maniobrar desde el poder. Por lo pronto, hay quienes piensan que su ligereza le costará a Nava el puesto de dirigente del PAN.
En el PRD, se ve ahora la posibilidad de robar cámara, aprovechando el enojo del tricolor y están en eso, quieren elaborar una propuesta con el PRI, que no presione mucho a los contribuyentes y con esto mejorar su imagen en las próximas elecciones. Quienes la han pasado mal son los diputados del revolucionario institucional, porque votaron por disciplina y ahora tienen que desandar sus pasos y revisar en serio el proyecto de ley de ingresos. Algunos están molestos y de ahora en adelante, dicen, tendrán más cuidado al votar ¿Será?
Más allá de los chismes y berrinches, lo que todo esto pone al descubierto son dos cosas: que nuestros diputados, lejos de escuchar el consejo de que se deben a sus electores, siguen sometidos a sus cúpulas partidistas y que el diseño de las estrategias, en este caso fiscales, poco tienen que ver con el propósito de superar la crisis que vive el país.
Si nuestros diputados siguen ahogando su capacidad de análisis y razonamiento, con las consignas que les dictan las dirigencias de sus partidos y se esfuerzan por velar más por los intereses de camarillas que del bien público, el disgusto de la ciudadanía se transformará en acción política y cada vez más se elevará el tono de las exigencias por reformas profundas. El juego de los partidos políticos debe definirse bajo la estrategia de proteger e impulsar aquello que convenga a toda la nación y, en su caso, proteger a los más vulnerables.
Los bandazos que ahora da el PRI, muestran que sus estrategias parlamentarias, se definen en función de sus intereses de corto plazo, mismos que tienen que ver con su reposicionamiento en el poder federal y no con una plataforma política sustentada en el interés público. El PAN, en su desesperación por tener alguna oportunidad de gobernar, se preocupa más por los problemas de caja, que por los serios problemas del país. El PRD, perdido en sus confrontaciones internas, no parece tener propuesta alguna, o al menos hasta ahora no ha dicho esta boca es mía, mientras sus aliados menores, hacen gala de la violencia y la burla como sustitutos procaces de la retórica parlamentaria. Hay pobreza en nuestros tribunos.
Las propuestas que algunos economistas han formulado para salir de la crisis, tienen que ver con la ampliación de la base fiscal, el control del gasto público y fortalecer la confianza reactivando el mercado interno, entre otras. El gobierno del PAN ha hecho todo lo contrario. Nadie parece ocuparse de la economía real y reducen la discusión a los problemas financieros del gobierno federal, como si con eso se garantizara la reactivación de nuestra economía.
Los secretarios de Hacienda y de Gobernación, ante la posibilidad de que la reacción del PRI los deje sin recursos para el 2010, han salido a defender lo indefendible. Siente uno vergüenza ajena al escucharlos.
Mientras todo esto sucede, la población ve reducidos sus ingresos, las deudas bancarias y comerciales agobian a la clase media; los pobres se vuelven miserables y los miserables delincuentes. En una escalada incontenible, la población más afectada se vuelca a la ilegalidad. Quienes piensan que el estallido social se dará pronto, convendría decirles que ya ha comenzado. Todos esperan ver a revolucionarios vestidos con uniformes y un fusil al hombro; no es así, el levantamiento de una parte de la población ya comenzó con el incremento de la criminalidad hace un par de años. Así empiezan las grandes transformaciones sociales, de modo imperceptible y bajo formas inesperadas; la otra imagen, la de la revolución social es un estereotipo que se revela tardíamente.
Que el lector no espere buenos augurios si la clase política del país no se ocupa de los problemas nacionales y abandona su sectarismo partidario. Es urgente un acuerdo nacional con objetivos y políticas claras, ese acuerdo podría iniciarse con el paquete económico del 2010 esa es la tarea de los partidos que están en el congreso. Es muy probable que el movimiento social en México, a la luz de la experiencia del SME comience a articularse y a formar el gran frente social que le podría dar sustento a un eventual acuerdo político para salvar al país.
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