domingo, 1 de noviembre de 2009

LOS MASONES SEGÚN DAN BROWN

Terminé de leer la nueva novela de Dan Brown "El símbolo perdido" (Ediciones Planeta Mexicana, 2009), que trata sobre una venganza, que amenaza a un destacado masón del rito escocés. Como en casi todas las novelas de Brown, en ésta, la acción es vertiginosa, todo sucede en una noche y tiene que ver con el desciframiento de supuestos códigos masones y el esclarecimiento de misterios y saberes ocultos.
Pienso que esta nueva novela no supera al Código da Vinci, que por su novedad y el tema de la vida secreta de Jesús, impactó a un público ávido de que se le revelen misterios de forma fácil. Lejanos me parecen los tiempos en que los jóvenes lectores, ansiosos por comprender, dedicaban horas al estudio serio y sistemático. Por eso obras como la de Finkelstein y Silberman ( La Biblia desenterrada. Siglo XXI editores), Betz y Riesner ( Jesús, Qumrán y el Vaticano. Editorial Herder), Johann G. Fichte ( Filosofía de la masonería. Editorial Istmo) o la de Eduardo R. Callaey ( La masonería y sus orígenes cristianos. Editorial Kier) se leen poco, pues si bien develan importantes misterios históricos o conceptuales, exigen esfuerzo y dedicación para adentrarse en sus textos. Resulta siempre más fácil la relajada lectura de una novela que se confunde con el verdadero saber.
Pero si el Código da Vinci resultó una obra pasadera, ahora no sucede lo mismo. La forma de narrar ya no es una novedad, el tema se agota antes de tiempo y el lector termina por aburrirse en los últimos capítulos llenos de lugares comunes.
En el Código da Vinci Brown toca un tema que, aunque conocido por unos pocos, para la gran mayoría fue una revelación; en el caso de El símbolo perdido, el asunto es menos apasionante y también menos misterioso, después de todo es más fácil encontrarse a un masón que a una divinidad. Del tema recreado en el Código dan cuenta los viejos evangelios gnósticos con bastante detalle y es parte de la historia, en cambio, el que se presenta en el Símbolo perdido, tiene una realidad actuante que no permite ser fácilmente tergiversada o arbitrariamente novelada.
Brown se quedó corto al reducir el tema de la masonería a la tradición de los padres fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica; aunque en general la acción principal de la novela recrea el clásico drama masónico de la muerte de Hiram Abif por proteger la palabra sagrada, no se ahonda en los misterios de la masonería. Los ritos de iniciación se presentan grotescos y fuera de la tradición litúrgica de la orden y por si fuera poco, se mantiene la idea de la masonería como una organización con miembros ricos y poderosos, capaces de gobernar al mundo.

El secuestro del millonario masón Peter Solomon, con grado 33 del rito escocés, inicia la acción de la novela, su amigo, el experto en simbología, Robert Langdon juega, como en otras novelas del autor, un papel central junto a una bella e inteligente chica que resulta hermana del secuestrado: Katherine Salomon. Todo sucede en Washington, capital de Estados Unidos y centro masónico por excelencia.
Altos agentes de la CIA se ven involucrados en la historia ya que tratan de proteger una información que de revelarse traería graves consecuencias para la seguridad de los Estados Unidos y es precisamente esa información la que puede revelar el siniestro personaje que secuestró al Venerable Maestro masón. El secuestrador (Mal' akh) es también un alto iniciado que entra a la orden para vengarse y robar el secreto del símbolo perdido, (o la palabra secreta), que da a quien lo posee poderes inimaginables, mismos que ahora, según la novela, la ciencia de la mente, puede ofrecer por otros medios.

En la historia, la hermana de Peter Solomon, Katherine, es una científica que ha creado la ciencia de la Noética, encargada de estudiar la mente y sus propiedades. La noética marcará una confluencia entre la ciencia experimental y la antigua sabiduría iniciática, que hará superflua a la masonería y todo tipo de saber esotérico, pues ahora la ciencia dura se encargará de lo que antes se dejaba a la religión y a la filosofía sagrada; como si la masonería no insistiera en que es precisamente la ciencia y el saber racional lo que libera al hombre y no los dogmas y la imaginería religiosa.
El malvado Mal' akh desea destruir ese saber, porque quiere que la humanidad siga en la ignorancia y ser él y nadie más que él, quien posea el saber secreto. Lo curioso en la novela, es que este demente, que quiere ser dueño del mundo, no aspira más que a convertirse en espíritu, lo que no encaja con sus deseos de dominar materialmente al planeta.
La novela tiene varias contradicciones que no se resuelven y el gran misterio del símbolo perdido, resulta ser al final una perogrullada. Se presenta a la masonería como un club de ingenuos místicos filántropos que viven en el romanticismo de una saber oculto. Queda lejos la realidad de una orden con hombres instruidos, disciplinados y prácticos, que ayudaron a construir al imperio más poderoso de la edad moderna.
Con seguridad masones y no masones se divertirán al leer la novela, aunque a los primeros no les gustará ver a su orden descrita con una simpleza que más que profana, raya en la ignorancia; aunque, después de todo, dependerá más de la edad que el lector tenga.
No esperen grandes cosas de esta novela del ahora millonario autor Dan Brown, si pueden, simplemente disfrútenla.

No hay comentarios: